CARNAVAL DOMINICANO
República Dominicana es el único país del mundo en la cual se aprecia la celebración del carnaval, en particular en los atuendos y disfraces, una mezcla muy variada por regiones de elementos y tradiciones africanas traídas por los esclavos transportados al Nuevo Mundo y las costumbres y ropajes europeos de sus amos y colonizadores. Se confunden en las festividades los diablos cojuelos, con sus trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y cencerros, que ridiculizan a los señores medievales, con los platanuses y otros disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la creatividad popular.
Pues dicha celebración del Carnaval tiene su origen probable en fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el Dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto.
Según algunos historiadores, los orígenes de las fiestas de Carnaval se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años, con celebraciones similares en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses que nos colonizaron a partir del siglo XV.
El Carnaval en República Dominicana es una celebración popular que se celebra desde la conquista española. Febrero es el mes del Carnaval y cada región tiene su propio carnaval. Los mejores del país se celebran en la región del Cibao en Santiago y La Vega aunque los de Santo Domingo capital y Monte Cristi gozan también de gran popularidad.
En la celebración del Carnaval Dominicano se aprecia, en particular en los atuendos y disfraces, una mezcla muy variada por regiones de elementos y tradiciones africanas traídas por los esclavos transportados al Nuevo Mundo y las costumbres y ropajes europeos de sus amos y colonizadores.
Se confunden en las festividades los diablos cojuelos, con sus trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y cencerros, que ridiculizan a los señores medievales, con los platanuses y otros disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la creatividad popular. El Carnaval es la fiesta popular de mayor tradición de República Dominicana. Se produce desde la colonia, en víspera de la cuaresma cristiana, cuando los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban como un remedo de las carnestolendas europeas.
Según algunos historiadores, los orígenes de las fiestas de Carnaval se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años, con celebraciones similares en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses que nos colonizaron a partir del siglo XV.
El Carnaval en República Dominicana es una celebración popular que se celebra desde la conquista española. Febrero es el mes del Carnaval y cada región tiene su propio carnaval. Los mejores del país se celebran en la región del Cibao en Santiago y La Vega aunque los de Santo Domingo capital y Monte Cristi gozan también de gran popularidad.
En la celebración del Carnaval Dominicano se aprecia, en particular en los atuendos y disfraces, una mezcla muy variada por regiones de elementos y tradiciones africanas traídas por los esclavos transportados al Nuevo Mundo y las costumbres y ropajes europeos de sus amos y colonizadores.
Se confunden en las festividades los diablos cojuelos, con sus trajes de capa cubiertos de espejos, cascabeles y cencerros, que ridiculizan a los señores medievales, con los platanuses y otros disfraces netamente africanos, así como un sinnúmero de manifestaciones de la creatividad popular. El Carnaval es la fiesta popular de mayor tradición de República Dominicana. Se produce desde la colonia, en víspera de la cuaresma cristiana, cuando los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban como un remedo de las carnestolendas europeas.
El Carnaval es la fiesta popular de mayor tradición de República Dominicana. Se produce desde la colonia, en víspera de la cuaresma cristiana, cuando los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban como un remedo de las carnestolendas europeas.
Si desde el siglo XVI «hubo máscaras en la ciudad de Santo Domingo», lo cierto es que la tradición colonial creció con las gestas republicanas del 27 febrero de 1844 y del 16 agosto de 1865, al punto de que casi desde entonces nuestros carnavales se celebran en estas fechas, no importa si se encuentran fuera de las carnestolendas y por lo común ya dentro de la propia cuaresma, por lo menos la primera.
Como se sabe, el carnaval ocurre antes de la cuaresma, que es tiempo de penitencia y de preparación para la pasión de Cristo.
Entre nosotros, por ejemplo, los lechones de Santiago aparecieron después de la Restauración, al amparo de los bailes de máscaras celebrados en la casona de Madame García.
En 1795 ya había carnavales para las fiestas patronales, en honor a San Santiago, para Corpus Christi y para la carnestolenda (tres días antes del miércoles de ceniza), en la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuyas manifestaciones provenían desde los días de la colonia española.
Al igual que en la ciudad de Santo Domingo, inicialmente el carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en La Joya y los Pepines, de donde surgirán los Lechones y Los Pepines de la ciudad disfrazados con coloridos trajes atacándose mutuamente, siguiendo una larga tradición de vieja rivalidad entre ellos.
Los Lechones usan máscaras que se asemejan cerdos, mientras que los Pepines usan máscaras con cuernos puntiagudos.
Para algunos investigadores, las primeras manifestaciones de carnaval de la isla que hoy compartimos con Haití, y de América, se realizaron en lo que es hoy las Ruinas de la Vega Vieja, en Febrero de 1520, en ocasión de una visita de Bartolomé de las Casas. Se tenía noticia que los habitantes de la Vega Vieja se disfrazaban de moros y cristianos y realizaban festejos que evolucionaron en las celebraciones actuales.
Al igual que en la ciudad de Santo Domingo, inicialmente el carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en La Joya y los Pepines, de donde surgirán los Lechones y Los Pepines de la ciudad disfrazados con coloridos trajes atacándose mutuamente, siguiendo una larga tradición de vieja rivalidad entre ellos.
Los Lechones usan máscaras que se asemejan cerdos, mientras que los Pepines usan máscaras con cuernos puntiagudos.
Para algunos investigadores, las primeras manifestaciones de carnaval de la isla que hoy compartimos con Haití, y de América, se realizaron en lo que es hoy las Ruinas de la Vega Vieja, en Febrero de 1520, en ocasión de una visita de Bartolomé de las Casas. Se tenía noticia que los habitantes de la Vega Vieja se disfrazaban de moros y cristianos y realizaban festejos que evolucionaron en las celebraciones actuales.
El carnaval más antiguos del país es el de las vegas. Todos los domingos de febrero la alegría, la música, los gritos y el sonido de las vejigas se apoderan de las calles de La Vega, las cuevas (lugares donde se preparan los diablos o macaraos –enmascarados–) se quedan vacías y el parque Las Flores y sus alrededores se transforman en un escenario donde el pueblo expresa su entusiasmo, su esplendor, su orgullo y su generosidad.
El diablo es el personaje central del carnaval dominicano, tanto en La Vega como en el resto del país. El carnaval de La Vega es la manifestación más importante de su cultura popular y que más ha crecido en el país
Como ocurría en todos los pueblos del país, en Bonao había un carnaval de salón, de clubes sociales para la elite local, y otro de la calle. En 1990, jóvenes inquietos organizan las comparsas del carnaval y un año más tarde se forma el Comité Organizador del Carnaval de Bonao (COCABO), institución responsable de la organización, institucionalización y desarrollo del carnaval.
El carnaval de Bonao es uno de los que ha tenido el mayor y más fecundo crecimiento cuantitativo y cualitativo del país. La interiorización del carnaval como patrimonio de los diferentes sectores sociales que se han integrado, la participación de la juventud, la pasión y el orgullo, garantizan el futuro de los macaraos de Bonao.
Aunque el diablo existe como expresión genérica del carnaval dominicano, el de Cotuí se presenta como uno de los más ricos y auténticos en cuanto a personajes se refiere. Además de los tradicionales Roba La Gallina, Tiznaos y otros, tenemos en Cotuí a El Mediodía, (hombre disfrazado de mujer con la cara pintada de azul, blanco y rojo), La Litera, El Muerto con su Perplegía, La Culebra y sus Siete Pecados, La Muerte en Zanco, el General Cocotico y otros.
El personaje más importante, original y auténtico de este hermoso carnaval son los Platanuses con un traje de hojas secas de plátano y un higüero como máscara. En los últimos años han coloreado las máscaras, con lo cual ha ganado más vistosidad. El platanú se transformó con la llegada del papel de traza usado en colmados de Cotuí, el cual sirvió de inspiración a un nuevo disfraz: los Papeluses. Este siguió desarrollándose utilizando papel periódico, más tarde papel de vejiga y crepé y finalmente papel de plástico por ser más duradero y resistible. Estos personajes originales, bellos, de costo barato, sin carrozas, hacen del carnaval de Cotuí uno de los más originales y auténticos del país.
En la comunidad de El Llano, Elías Piña, el Jueves Santo al atardecer se colocan en los patios impresionantes máscaras como centinelas de protección, sugiriendo zombis o bacás. Estas son las Máscaras del Diablo que al otro día con fuetes en las manos, vestidos de mujer, salen de los montes a carretear y darle fuete a todo el mundo, llegando hasta las calles de Elías Piña.
Al concluir sus actividades, el sábado, estas máscaras se llevan al monte, se queman y sus cenizas se esparcen por todos los sembrados, como parte simbólica de un culto a la fertilidad. Como homenaje a la llegada de la primavera, los tambores, y los fututos de bambú (flautas rústicas) y los caracoles anuncian el Viernes Santo, con la presencia de un Gagá teatralizado, diferente a otras modalidades que se presentan en los bateyes del país.
En Puerto Plata, los disfraces reciben el nombre de Taimáscaro, con forma de un semí taíno. El pantalón llevaba caracoles simbolizando la relación de los puertoplatenses con el mar, y en las mangas llevaban pañuelos de misterios, elementos de la cultura africana.
Carnaval de San Juan de la Maguana
En los alrededores de la salida hacia Las Matas de Farfán, en San Juan de la Maguana, podemos encontrar la variedad de máscaras con más rasgos y huellas de la presencia de África entre nosotros, entre las que encontramos a las Tifúas, llenas de asfalto y crin de caballo, y la llamada Cocorícamo, con una enorme cabeza completa de caballo.
Carnaval de Salcedo
En Salcedo existe un carnaval con una gran riqueza de personajes. El traje que identifica el carnaval es de papel crepé con los colores más intensos del carnaval dominicano. En el transcurso del mes de febrero se desfila todos los domingos y durante este tiempo nadie puede tocar a los trajes de los diablos.
La conclusión del carnaval de Salcedo es un ritual de purificación, un paso simbólico entre lo viejo y lo nuevo, cuando el pueblo arranca el papel crepé multicolor de los trajes de los macaraos el último día.
0 comentarios:
Publicar un comentario